Hoy es jueves y desde el martes que estoy pa la cagá, en calidad de vulto, ¿por qué? porque me resfrié y he tenido unas fiebres tan altas que tuve que tomarme la temperatura con dos termómetros porque en uno no cabían todos mis grados. Y justo ahora que se viene la Fiesta de los Abrazos ... ta la huea... Yo estoy a cargo de esa actividad así que como un acto desesperado desde mi lecho de enferma logré mandar unos mails con algunas indicaciones y como ocho horas después caché que solamente dos de las diez personas a las que se los había enviado lo leyeron.
Tomando como básico que la fiesta de los abrazos es muy importante para mi ya que quiero que ocurra y que ocurra bien. Ahora que mi temperatura está en unos discretos 37 grados, me pregunto cuántas cosas en nuestra historia habrán ocurrido o dejado de ocurrir por pendejadas humanas como éstas. Cuánto de lo que pasó o dejó de pasar tuvo su causa en una enfermedad, en una carta que no llegó, en una palabra mal pronunciada, en que alguien andaba con la caña, en que me caís mal, no tengo ganas, estoy ocupada, mándamelo por escrito, si tu no me diste por qué te voy a dar, mi bandera es más bonita, pero si yo cumplí, yo mandé los correos.
Muchas veces he escuchado que Arturo Prat saltó al abordaje porque estaba borracho, no tengo la menor idea si fue así y para mi no vale la pena saberlo, aunque el hecho de que alguien se emborrache me parece muy humano, pero tambien me parece una pendejada.
Me asusta, porque por una pendejada puede morir mucha gente, podemos pasarla mal por siglos.
A los que me leen les pido que nos tomemos un segundo más para pensar las cosas, esforcemonos en aprender a no reaccionar como pendejos y en perdonar las pendejadas. Eso es mucho más simple que cargar eternamente con las consecuencias.
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